Este verano 2015 estamos asistiendo a uno de los retos más duros de la reciente historia de la UE.
Este reto se ha venido endureciendo gracias a un archi reconocido discurso peyorativo hacia países de la zona Sur del continente, desembocando en una fisura casi insalvable en la solidaridad del pueblo europeo.
Digo casi porque yo soy una de esas ilusas que cree en el sentido común, postura arriesgada en los tiempos que corren. A pesar de tener una ideología que a estas alturas de mi vida no tengo ganas ni intención de cambiar, creo que soy capaz de separar al pueblo alemán de la postura y decisiones inflexibles de su minsitro de Economía. También soy capaz de separar a los políticos griegos que han llevado a su país a un punto de casi no retorno del resto de los griegos que han sufrido los daños colaterales de la mala gestión de una élite corrupta. Soy -o lo intento- ser capaz de ver los pequeños detalles de la estrategia política que, a todas luces, sigue siendo un arte maquiavélico.
Veo a líderes preparados (lo mejor que ha dado Europa en muchos años) que, democráticamente, intentan mantener a flote un sueño que pende de frágiles hilos. Al mismo tiempo veo al pueblo enfrentado, castigador y azuzador. Los que mandan saben que la política es una dama ingrata que se cobra unas víctimas que no siempre merecen ser víctimas. Los que son gobernados … Son gobernados y, muy a mi pesar, a veces siguen a ciegas los mandatos estereotípicos de los medios de comunicación. ¡Pues sí que estamos listos con esto de la democracia!
Pase lo que pase, no deberíamos olvidar que han sido los fervientes creyentes en la mano invisible del mercado los que nos han metido en este embrollo, no los “zánganos” griegos. Ahora Europa tiene ante si un nudo gordiano que sólo podrá deshacerse usando las tretas de Alejandro, tan poco coherentes con la imagen democrática que intentamos proyectar al resto del mundo. ¿Vivimos en un sueño como Segismundo?
Hoy le tocará pagar al pueblo griego las consecuencias de un proyecto mal diseñado por los tecnócratas de Bruselas. Gnete estudiada y eso. Y los demás? Nos lavamos las manos como Poncio Pilatos.
Dícese de atrevido el que escupe hacia arriba. Por algo será.
Raquel Sertaje