En diciembre y enero hubo casi 180 en toda la autonomía.

Los incendios se desestacionalizan en Galicia

Así está corroborado nun informe creado por ATRIFOGA (Asociación de Traballadores de Incendios Forestais de Galicia).

 

El informe que es el siguiente:
En los meses de diciembre y enero, toda la geografía gallega sufrió una oleada de hasta casi 180 incendios (las cuatro provincias, en diferente medida, fueron pasto de las llamas y con superficies considerables) por las inhabituales condiciones metereológicas de altas temperaturas y por el calentamiento global – hasta 20 grados se ha llegado a alcanzar en muchas zonas -, el bajo nivel de humedad con ausencia de lluvias, el viento y el estado de sequedad de la biomasa vegetal y del suelo ( las heladas secan la vegetación y se convierte en combustible inflamable ), lo cual, determina que se produzcan las circunstancias favorables para que se provoquen y se propaguen los incendios con  suma facilidad.

En estos últimos tiempos, recibimos  noticias continuas de los incendios en las Comarcas del Deza,  O Condado, A Paradanta, O Baixo Miño, Pontevedra, Barbanza, Terra de Melide, Santiago de Compostela, Ferrolterra, Chantada, Terra de Lemos, Quiroga, Sarria, Terra Chá, Os Ancares, Ourense, Terra de Celanova, Valdeorras, Verín, Viana, Trives, A Limia, A Baixa Limia, O Carballiño,…

De este modo, hay que destacar la provincia de Ourense con 2/3 de los casi 180 incendios registrados en Galicia que afectaron al Mazico Central y a la zona Oriental de Ourense, con una superficie estimable – entrando alguno de ellos en la Red Natura – como los de Vilariño de Conso (50 ha), Carballeda de Valdeorras (37 ha), A Veiga (20 ha) y en municipios ourensanos de la zona Occidental  como O Irixo con 10 ha., Cartelle, Lobios o Entrimo, adentrándose en el Parque Natural do Xurés.

Es conveniente resaltar la gran actividad incendiaria que sufrieron las Comarcas de  Valdeorras, Verín y Viana con incendios constantes en casi todos los municipios que las integran.

Curiosamente, en diciembre de 2015 , tuvieron lugar incendios, casi, en las mismas zonas y alguno de ellos de hasta 50 hectáreas en Chandrexa de Queixa (Ourense) inmersas en la Red Natura, Vilariño de Conso con 40 ha, Carballeda de Valdeorras con 150 ha., a los que habría que añadir otros que se produjeron en comarcas que destacan por su buena gestión forestal como son las de Ortegal ( Mañón 20 ha ) y A Mariña Lucense (Xove 25 hectáreas).

Siguiendo con el análisis y echando un vistazo hacia atrás en el tiempo, no hay que olvidar el incendio que asoló el Parque Natural de las Fragas do Eume, el bosque atlántico mejor conservado de Europa, con casi 800 hectáreas arrasadas en el mes de marzo de 2012, un auténtico atentado y desastre de gran calado medioambiental que deterioró el patrimonio ecológico de Galicia y, en Lugo, A Serra do Courel, con 230 ha calcinadas en la Red Natura, también, en marzo de 2012; sin obviar los continuos incendios – tanto en verano como en invierno –  que convierten al Parque Natural da Serra do Xurés n’A Baixa Limia – reserva de la biosfera – en un paraje desolador  ante la gran actividad incendiaria que soporta, en el que ardieron 300 ha en diciembre de 2013, al igual que A Serra do Invernadoiro (20 ha), Pena Trevinca (30 ha) y en la provincia de Pontevedra, A Serra do Candán con 40 ha abrasadas en la Red Natura.

Conviene recordar – por sus semejanzas orográficas y climatológicas con Galicia – la avalancha de cientos de incendios que sufrió toda la cornisa cantábrica (Asturias, Cantabria, El País Vasco e incluso, Navarra), precisamente,en el mes de diciembre del 2015 y que afectó a miles de hectáreas , muchas de ellas, con un gran valor ecológico.

Todo ello pone en evidencia la existencia de un factor de desestacionalización de los incendios forestales y una continuidad en el tiempo, es decir, no arde sólo en el verano, sino también en épocas en las que por cuestiones de  metereología y debido al cambio climático que está sufriendo el Planeta (es más que habitual que haya incendios en otoño e invierno) se producen oleadas de incendios que provocan graves y cuantiosas pérdidas ecológicas,económicas y sociales.

En este sentido, es preciso traer a colación que la Consellería cesó – el 30 de septiembre – a 436 trabajadores con contratos de 3 meses  y prescindió – el 30 de noviembre – de 626 empleados con contratos de 9 meses, lo que deja el Servicio de Incendios bajo mínimos, mermando considerablemente, los efectivos para la defensa contra los incendios forestales, por lo que resulta imposible cubrir todos los turnos y eso lleva aparejado un riesgo intrínseco. De esta forma, la Consellería desaprovecha un capital humano que supone un gran recurso que podría ser empleado para desempeñar las necesarias tareas de prevención y protección de la masa forestal gallega – aparte de la extinción – en base al aumento y a la diversificación de sus funciones, por su contrastada experiencia, formación y eficacia.

No obstante, Medio Rural sostiene que existe un dispositivo bastante amplio que cubre toda CC.AA de Galicia cuando, en estos meses de otoño-invierno, el personal laboral total asciende a 851 trabajadores , de los cuales, sólo son personal de campo: 82 conductores de motobombas y 576 bomberos forestales (el resto es personal administrativo y vigilantes fijos) y lo justifica en base a razones económicas para no disponer de la misma dotación de personal y medios, en verano que en invierno, siendo esta pauta muy discutible.

Por otra parte, la Consellería mantiene que ningún distrito forestal queda sin medios y que ,en caso de necesidad, se moviliza a personal de los distritos más cercanos, cuando es constatable que, en diversas ocasiones, tienen que recurrir a efectivos que están situados en bases muy lejanas con respecto al incendio, lo que hace aumentar el tiempo de reacción, que es un factor determinante para atajar un incendio.

Además, afirman que las brigadas están compuestas, teóricamente, por 7 bomberos forestales, lo que no se corresponde – en bastantes oportunidades – con la realidad, puesto que debido a las vacantes no cubiertas y al sitema de libranzas, bajas o permisos, es habitual que las brigadas estén integradas sólo por 2 ó 3 bomberos forestales con la consiguiente falta de eficiencia que ello supone.

Todo esto provoca que se concentre una gran carga de trabajo y el personal se pase de horas en su jornada laboral.

Este estado de cosas pone de manifiesto la cuestionable gestión que se hace del Servicio de Incendios cayendo en la improvisación, lo que deriva en que los incendios se propaguen con facilidad  y se incrementen el tiempo y los gastos de extinción; por lo que el criterio de prescindir de personal por cuestiones económicas cae por su propio peso, eso sin entrar en valorar los perjuicios ecológicos y sociales que supone que arda más superficie o , incluso, la propia seguridad de los trabajadores.

De todo ello, se deduce la falta de previsión y planificación de la Consellería a la hora de llevar a cabo unas adecuadas políticas de prevención y extinción de los incendios forestales, porque no sólo descuida las básicas labores de prevención, sino que su clara actitud de primar sólo la extinción, no la ejecuta con diligencia ni eficacia.

Por último,es preciso señalar la dudosa política de información que tiene Medio Rural, puesto que sólo emiten comunicados sobre los incendios que superan las 20 hectáreas y, por lo tanto, no llega a la opinión pública la existencia de los incendios de menor superficie, que son mayoría en número.